Los beneficios de la meditación son múltiples. Las investigaciones demuestran que la meditación mejora nuestro bienestar físico y mental; reduce las enfermedades relacionadas con el estrés, fortalece nuestras capacidades mentales y mejora nuestras relaciones. El aspecto más importante de la meditación, sin embargo, es su impacto en nuestra salud espiritual.

Al conectar nuestra alma con la Luz y el Sonido de Dios, la meditación nutre al alma devolviéndole la calma, el amor y la paz a nuestras vidas. Como resultado, llegamos a ser una fuente de tranquilidad e inspiración para aquellos que nos rodean.

A medida que viajamos internamente a través de la meditación, nos damos cuenta de que Dios es toda Luz. Reconocemos que como alma somos también un rayo de la misma Luz Divina. Comenzamos a ver que la misma Luz de Dios que está dentro de nosotros también está en todos los demás seres de la creación.

Vemos la Luz de Dios en todas las personas. Las barreras que nos separan se rompen cuando alcanzamos este estado. Vemos por nosotros mismos que todos somos hijos del único Creador y desarrollamos amor los unos por los otros. Ya no lastimamos a los demás ni en pensamiento, palabra o acción. Más bien, buscamos ayudarnos unos a otros.

Nuestro amor se expande desde nuestra familia hacia nuestros vecinos, a nuestra comunidad, a nuestro país y luego a toda la humanidad. La meditación tiene el poder de acercarnos más al nivel del alma y ayudarnos a comprender la unidad universal en toda la creación.

Por lo tanto, la meditación también ayuda a lograr la unidad humana en este planeta. Si dedicamos tiempo a la meditación, aunque sea una pequeña parte de cada día, estaremos ayudándonos a reducir el estrés, a experimentar la bienaventuranza y la paz interior. Entonces no pasará mucho tiempo antes de que logremos la unidad y el amor entre todas las almas. Esto traerá el cielo a la tierra por el cual todos oramos.