https://perf.stage.aws.cdn.wp.sos-dev.org/es/meditation-catalyst/0 Entendiendo el catalizador de la meditación con Sant Rajinder Singh

Catalizador de la meditación

Dentro de ti yace la chispa latente de los tesoros espirituales. Aguarda por un catalizador que la encienda para que su llama resplandeciente se revele. Los principios de la meditación operan como las leyes científicas que gobiernan nuestro planeta. Estas leyes que trabajan en nuestro universo reflejan las mismas leyes que gobiernan lo que hay dentro.

Los principios en funcionamiento se relacionan con las leyes concernientes a este mundo físico como con las leyes que operan en la meditación.

Necesitamos de un catalizador para encender nuestra chispa interior. Una vez se enciende, su luz radiante se hará visible al invertir nuestra atención durante la meditación. Recibimos una experiencia de primera mano de lo que hay dentro de nosotros y alcanzamos el conocimiento de nuestro ser interior.

Los beneficios de recibir la ayuda de un catalizador en la meditación

¿Cómo podemos encender la chispa dentro de nosotros?

Para comprender este proceso, piensen en cómo los científicos e ingenieros en este plano físico conectan las subestaciones de poder y energía a los hogares de la gente. Los ingenieros diseñan sistemas en los que la energía eléctrica de una planta se canaliza hacia los hogares para muchos propósitos, como la calefacción, refrigeración, iluminación, uso de electrodomésticos y aparatos tecnológicos. Un ingeniero o científico sabe cómo conectar el usuario final a la planta de energía. Ellos reparan y hacen nuevas conexiones.

Para ayudarnos en la comunicación con correos electrónicos, mensajes de texto e Internet, gente especializada conecta los aparatos de radio con ondas de radio, los televisores con señales de TV y los computadores con las redes.

Establecer conexiones para recibir señales electrónicas o digitales en este plano físico es semejante a hacer conexiones entre el alma y Dios. Para ambos casos, se necesita de un emisor y un receptor. El emisor es Dios. El receptor de la transmisión que viene de Dios es nuestra alma. El guía espiritual es el especialista que sabe cómo hacer la conexión para que nuestra alma pueda captar lo que Dios está transmitiendo.

Necesitamos de un especialista así, porque las transmisiones de Dios llegan solo como espíritu y no involucran nada de materia. Como el receptor en el cuerpo físico es el cerebro y los sentidos que están hechos de materia, su alcance se limita sólo a recibir comunicaciones del mundo material. Los ojos pueden captar solo la luz de ciertas longitudes de onda: rojo, naranja, amarillo, verde, azul y violeta. Ciertos instrumentos pueden captar longitudes de onda más altas y bajas, como ondas ultravioleta e infrarroja.

Más allá de esas longitudes de onda, nuestros ojos e instrumentos científicos son receptores inadecuados. A pesar de que las frecuencias espirituales superiores siempre se están transmitiendo, no podemos captarlas con nuestros sentidos físicos.

Así mismo, el oído humano solo puede escuchar ciertas frecuencias. Algunos animales en este mundo, como el perro o la ballena, pueden responder a una gama más amplia de frecuencias. Sin embargo, nuestros oídos físicos son inadecuados para captar las frecuencias espirituales de las elevadas transmisiones que vienen de Dios.

También respondemos a ciertos olores, gustos y sensaciones físicas a través de los sentidos. Ese es el alcance de nuestra habilidad para recibir comunicaciones a nivel físico.

Dios es espíritu. Por desgracia, los instrumentos físicos del cuerpo no pueden captar lo que recibimos internamente a través de la meditación. Para conectarnos con lo que se irradia desde dentro, necesitamos usar otro sistema de recepción, conocido como el alma. El alma, hecha de espíritu, está en sintonía con las vibraciones internas y puede recibir los tesoros espirituales que nos aguardan en la meditación.

Un catalizador experimentado brinda un atajo para el éxito en la meditación

Si bien podemos recibir los beneficios físicos, mentales y emocionales de la meditación, un Maestro o guía espiritual sirve como un catalizador para ponernos en sintonía y recibir los beneficios espirituales de la meditación que aguardan dentro.

Tratar de encontrar estos regalos internos con el método de ensayo y error, puede tomarnos mucho tiempo. No obstante, un Maestro o guía espiritual que ha dominado la técnica y conoce los atajos, puede ayudarnos a aprender la meditación para poder encender la chispa en nosotros. Por consiguiente, podemos tener éxito en la meditación de la manera más fácil y corta para disfrutar la paz, la dicha y la alegría interior.

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La meditación y la unidad humana

A medida que viajamos internamente a través de la meditación, nos damos cuenta de que Dios es toda Luz. Reconocemos que como alma somos también un rayo de la misma Luz Divina. Comenzamos a ver que la misma Luz de Dios que está dentro de nosotros también está en todos los demás seres de la creación.

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Centro de poder

Reconocemos la existencia de un alma, pero pocos se interesan en ella y se identifican con ella. El alma dentro de nosotros es nuestro verdadero centro de poder y contiene la fuerza poderosa que no sólo nos nutre física y mentalmente, sino que puede arrancarnos de la atracción gravitacional de este mundo físico e impulsarnos al más allá.

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De la teoría a la práctica

Todos sabemos que cuando queremos estudiar algo en este mundo, acudimos a un instructor que sea competente en esa materia. Si queremos aprender física o química vamos donde un profesor o un catedrático. El profesor nos explicará la teoría en cuestión. Si los fundamentos son claros, entonces podemos construir todo nuestro conocimiento sobre esa base sólida. Lo mismo es con la espiritualidad.

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La Copa del Mundo de meditación

Así como los atletas compiten por la Copa del Mundo en deportes, también nosotros podemos practicar para lograr la Copa del Mundo de meditación. La Copa Mundial, Juegos Olímpicos o campeonatos de la NBA, NFL, NHL, MLB o FIFA hacen que nos maravillemos de lo que el espíritu humano puede lograr.

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